miércoles, 23 de abril de 2008

Contra el Mundo contra la Vida


Howard Phillips Lovecraft
Un hereje de nuestro tiempo.


A lo largo de mi vida los libros siempre han sido fieles compañeros, fuente inagotable de maravillas y aventuras. Templos del espíritu. De entre todos ellos, aquellos escritos por el viejo getlelman de Providence están colocados muy cerca de mi corazón y ocupan los lugares más visibles de mi biblioteca. A Lovecarft se le odia o se le ama, no hay medias tintas. Si por fortuna es de sus devotos seguidores, habrá experimentado esa vaga sensación, una vez leída alguna de sus obras, que el mundo que le rodea ya no es el mismo. Hay un vago temor, una leve incomodidad.

<> Lovecraft.
A las claras comprendemos que alguien capaz de semejante afirmación es un ser muy especial. Un hombre extraño, retraído, no reía nunca, vivía de noche, amaba la luz nocturna y sentía repulsión por todo lo moderno. Un genio que creó mundos terribles y suprahumanos surgidos de sus pesadillas. Acompáñenme a la biblioteca de la universidad de Arkam, una de las pocas que conserva el libro Necronomicon, sentémonos en este oscuro rincón y leamos algunas líneas biográficas del más grande escritor de terror sólo superado por el infernal Poe:
Nace en Providence (Rhode Island), el mismo año de la muerte del brillante Van Gogh, en una familia tradicional y burguesa venida a menos. Sus padres murieron enloquecidos. El padre con una locura violenta producida por una infección sifílica muere 1898 en el manicomio en el que había ingresado en 1893. Su madre sufrió neurosis, su fragilidad nerviosa la focalizó en el pequeño Howard al que trato y cuidó como a una niña. Su madre es internada en un sanatorio para dementes quedando el cuidado del joven en manos de sus abuelos maternos y de sus tías, personas de severa austeridad y de religiosidad radical. Su infancia debió ser terrible, no sólo por tener como espejo en el que medirse a unos padres enloquecidos, sino que a esta tensión nerviosa se une una fragilidad física, un continuo estado enfermizo. Pasaba largas temporadas recluido en casa, aislado sin ir al colegio. En estas condiciones aparece y germina el genio, a los tres años sabe leer, sintiendo predilección por escritos evocadores de lejanas y exóticas tierras. La biblioteca privada de su abuelo estaba bien nutrida y en ella el pequeño Howard encontró su paraíso. Por la noche su abuelo lo acunaba contándole historias de fantasmas, brujas y aparecidos que alimentaban una extraordinaria imaginación. Durante el año de 1896 lee sobre la mitología griega, queda fascinado y decide adoptar el seudónimo de Lucius Valetius Messala. ¡Tiene 6 años!
En 1903 lee las aventuras del famoso personaje del genial Arthur Conan Doyle, embargado por un entusiasmo febril decide fundar la Compañía de Detectives de Providence.
Empezó desde la más tierna edad a escribir poesía y cuentos. Esa ingenuidad, esa frescura al escribir nunca le abandonó. Consideraba que escribir era un fin en si mismo, una forma de placer estético, la literatura era un bello arte que debía estar por encima de banales consideraciones, de vulgares pretensiones como la fama o el dinero.
Su absoluto desprecio ante el dinero y el éxito me maravillan. En una sociedad como la nuestra donde todo tiene un precio, donde la virtud la mide la fama o el dinero que se posea, su actitud aristocrática es heroica, es admirable que Lovecraft se mantuviera firme en su particular código de honor.
Sus cuentos producen una profunda ruptura sensible, por un lado provocan horror propio del género literario que cultivó, pero además ese pavor es perdurable. Es el gran escritor de terror del siglo XX y en cierta medida es el creador de un nuevo tipo de estilo que podemos definir como lovecraftiano. Como no podía ser de otra manera, los críticos, ese odioso rebaño porcino y vulgar, tardó treinta años en reconocer la genialidad, la ruptura e innovación que supuso la obra de Lovecraft. Y la reconoció reflejada en el grupo de escritores que conformaron el denominado Circulo de Lovecraft como Clark Ashton Smith, Robert E.Howard, Robert Bloch y muchos otros escritores que recibieron la tutela y la sincera amistad de Lovecraft.
En 1937 un 15 de marzo muere de un cáncer, en la pobreza (su cuenta corriente estaba a cero), al funeral acuden sólo cuatro personas.
El mundo del dinero y la sociedad moderna no es capaz de digerir a grandes espíritus, cultos y altivos. Tener una fuerte sensibilidad estética y poseer atributos que nos alejan de lo animal y nos acercan a lo divino esta muy mal visto en esta sociedad de hipermercado. Lovecraft con su actitud salvajemente aristocrática y anticomecial estaba condenado, su opciones eran el dulce olvido del suicidio (vivió los últimos años de su vida con un bote de cianuro en el bolsillo) o la rebeldía creadora. ¡Optó por lo segundo!
<> Michel Houellebecq



Os recomiendo cualquier novela de Lovecraft. Sobre su vida no dejéis pasar la oportunidad de leer “Contra el mundo, contra la vida” de Michel Houellebecq editado por Siruela, no os defraudara.
por cierto la imagen es de la artista Natalia Shau.

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